El mundo árabe recuerda a Ali como un campeón, voz de cambio

TRAS LAS HUELLAS DIGITAL, EL CAIRO, 05 de junio, 2016. -De todos los viajes de Muhammad Ali por el mundo árabe, su visita a Egipto de 1964 fue quizás la más simbólica, inmortalizada en una icónica foto del boxeador dando la mano sonriente a Gamal Abdel-Nasser, el popular presidente nacionalista del país.

Fue un encuentro que benefició a las dos partes: Nasser era visto con recelo y desconfianza desde Estados Unidos, pero era venerado en gran parte de Asia y África por su apoyo a los movimientos contra las potencias coloniales europeas. Para Ali, recién proclamado campeón de los pesos pesados, ser recibido por uno de los principales enemigos del «imperialismo» estadounidense era un anuncio de su llegada al escenario global como una potente voz por el cambio.

La destreza para boxear y las revolucionarias ideas políticas de Ali, que falleció el viernes a los 74 años de edad, emergieron en el apogeo del movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos, y cuando la guerra de Vietnam dividía profundamente a sus compatriotas. En esos años, el mundo árabe vivía una era postcolonial definida por la agitación, con la mayoría de los países en desarrollo tomando partido por uno de los dos bloques enfrentados en la Guerra Fría, aliándose en diferente medida con Estados Unidos o la Unión Soviética.

Su conversión al islam le valió el apoyo de muchos en la región. Tres años más tarde, su negativa a servir con el ejército de Estados Unidos en Vietnam — «Yo no tengo nada en contra del Vietcong» — y la pérdida del título mundial calaron entre los musulmanes, que vieron el conflicto como el epítome de la tiranía global de Estados Unidos.

«Los Musulmanes querían un héroe para representarlos y Clay fue el único campeón musulmán (…) Ningún otro atleta musulmana logró lo que Clay logró (…) Por lo tanto, era un símbolo para los musulmanes», apunta Mohammed Omari, profesor de la ley islámica en Universidad Al al-Bayt, en el norte de Jordania.

En un mundo árabe con un número aparentemente infinito de «Mohammed Ali», al originario de Louisville, en Kentucky, se le conoce como Muhammad Ali Clay — irónicamente, conservando uno de los nombres de «esclavo» que luchó porque la gente eliminase de su imaginario tras su conversión.

Fue la diversidad de las causas abrazadas por Ali a lo largo de su vida — desde el movimiento por los derechos civiles y el activismo contra la guerra a obras de caridad en todo el mundo y la lucha contra la enfermedad de Parkinson — la que le reportó un gran número de seguidores entre una amplia gama de admiradores en el mundo musulmán. Para ellos, significó diferentes cosas.

«La inspiradora exuberancia de Muhammad Ali perdurará mucho después de su muerte, garantizando que los duraderos logros políticos de una de las superestrellas del deporte más grandes del siglo XX seguirán siendo una parte vital de la historia de las turbulencias que cambiaron el mundo en la década de 1960 y 1970», dijo en un editorial Gulf News, con sede en Dubai, un diario de amplia difusión en Emiratos Árabes Unidos.

El rey de Jordania, Abdulá II, escribió que Ali «peleó duro, no sólo en el ring sino en la vida por sus conciudadanos y los derechos civiles».

«El mundo ha perdido hoy a un gran campeón unificador cuyos golpes transcendieron fronteras y naciones», escribió Abdulá en su cuenta de Twitter. Junto al mensaje publico una fotografía de Ali, el rey Hussein — el fallecido padre de Abdulá — y el presidente de Estados Unidos Gerald Ford, todos vestidos de etiqueta.

Sin embargo, otros en la región lo recuerdan principalmente por su faceta deportiva, no por su religión ni opiniones políticas.

Mohamed Assem Faheem, triple campeón juvenil de los pesos pesados en su Egipto natal, tiene una opinión diferente sobre Ali. «Para mí, él era sobre todo un modelo de conducta a seguir el boxeo», reconoce.

«Cuando vi las cintas de sus peleas, me centré en dos cosas: su juego de pies y sus tácticas de defensa. No podría copiarlos, eran demasiado buenos para mí», dijo Faheem, de 26 años, y más conocido por su apodo, Konga.

Para Nashaat Nashed, un entrenador de boxeo de 55 años miembro de la minoría cristiana copta de Egipto, Ali fue una inspiración. «Dios lo creó para boxear, no para otra cosa. Le debo haberme fijado en el boxeo y haberme enamorado de este deporte.»

Nizam Zayed, un palestino de 48 años encargado de reparaciones en un gimnasio en la ciudad de Ramala, en Cisjordania, recuerda haber visto la mayor parte de las peleas de Ali en un televisor en blanco y negro. «A mi generación le gustaba Muhammed Ali porque era muy bueno boxeando y porque su nombre era Muhammed Ali y era musulmán».

La leyenda del cricket en Pakistán, ahora reconvertido en político, Imran Khan, escribiendo una serie de tuits en los que mostró su pesar por el deceso del boxeador, al que describió como el «mejor deportista de todos los tiempos» y un hombre de fuertes convicciones. «Los deportistas tienen una vida útil, una carrera limitada en la que pueden ganar, y Ali la sacrificó por sus convicciones con coraje y convicción».

En Irak, un país que Ali visitó en 1990 para asegurar la liberación de 15 estadounidenses tomados como rehenes por Saddam Hussein, el boxeador retirado Ismail Khalil lamentó la muerte del «más grande».

«Hoy ha muerto un gran campeón. Es un triste día para el mundo del boxeo. Este campeón no representa solo a Estados Unidos, sino a todo el mundo islámico también».

 

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