Un presupuesto de lo comido por lo servido, sus consecuencias…

El cambio en el sistema educativo debe ser una meta en el corto plazo. La tecnificación y la profesionalización deben ir parejas desde sus inicios con la educación primaria y secundaria.

Las sociedades pueden aceptar que no todos puedan ir a un nivel superior u universitario por las razones que fueren, ya sea por vagancia mental o imposibilidad geográfica y económica de sus padres, pero, jamás debe aceptar la sociedad, que un hombre o una mujer salga de sus estudios intermedios sin una carrera técnica.

La tecnificación debe ser una condición sine qua non para que los alumnos tengan un certificado de bachillerato, como lo llamamos por este lugar.

Preguntémonos, ¿Que hace un estudiante con un título de intermedia en la mano? Nada. Apenas si ha dejado su condición de analfabeta. Con ese certificado y la imposibilidad de continuar sus estudios superiores, lo único que va a hacer es ir a engrosar las largas filas de desocupados y pobres que no serán más que una carga para el Estado y, en cierta forma, para su familia.

Este estado de cosas puede cambiar si se aúnan las voluntades de gobernantes y gobernados para erradicar la pobreza que tan cascareada se ha vuelto en los últimos tiempos.

Quienes la cascarean hasta el cansancio y cuya erradicación no pasa de ser una promesa vacía de contenido, lo saben muy bien. La pobreza no se puede eliminar con intenciones superficiales. Hay que irse al origen de la misma y, ellos saben cuál es su origen. Se las voy a recordar: La marginalidad, la falta de oportunidades, la desigualdad rampante en lo educativo, dejar la educación de calidad en manos de los padres que no pueden pagarla, el desempleo que aniquila toda iniciativa, los exagerados impuestos directos e indirectos que pagan la clase media y pobre sin tener en cuenta el sacrificio que esto representa para el presupuesto familiar que, muchas veces, no pasa de ser lo comido por lo servido.

TRAS LAS HUELLAS DIGITAL, 18 de diciembre 2015.