Mitos y Verdades de la Semana Santa: Pescado y Carne

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA, 29 de Marzo, 2013. -Para muchos de nosotros la llegada de Semana Santa supone un cambio en nuestros hábitos alimenticios derivados de la religión que profesemos. Muchos de esos hábitos vienen derivados de creencias religiosas que se han transmitido a través del tiempo, de padres a hijos, y que, a pesar de que algunas son ciertas en esencia, su razón de existencia ha sido tergiversada, quizás por desconocimiento de su origen o por una mala interpretación de las escrituras.

Verdad es que en la época del nacimiento del cristianismo, específicamente en la época de pascua, las familias judías se abstenían de comer carne como ofrenda a una vida más acercada a la humildad y al compromiso con el prójimo. En aquellos días, el valor de la carne de animales de tierra tales como la vaca y el cordero era más costoso que el pescado, por esa razón las familias judías optaban por comer pescados y dejar la carne de vaca y cordero para ofrendarlo a los pobres como muestra de solidaridad. Esto enmarca la práctica en un evento más de economía que de religiosidad.

Sabemos también que el cristianismo y el catolicismo adoptaron como propias ciertas costumbres de la religión judía. Al nacer estas religiones, asumieron el ayuno como acto de espiritualidad, en especial el practicarlo el Viernes Santo. No hay evidencias de que en esos tiempos la Iglesia Católica prohibiera el consumo de la carne en Semana Santa. Tal como lo describe en una investigación el sitio webwww.cukmi.com: las prohibiciones se referían al tipo de animales a consumir, no la época en las cuales debía o no consumirse. Ejemplo de ello es el libro de la biblia Levítico 11 que contiene una guía acerca de lo que se puede o no se puede comer (fragmento):

2 (…) Estos son los animales que comeréis de todos los animales que están sobre la tierra.
3 De entre los animales, todo el de pezuña, y que tiene las pezuñas hendidas, y que rumia, éste comeréis.
4 Estos empero no comeréis de los que rumian y de los que tienen pezuña: el camello, porque rumia mas no tiene pezuña hendida, habéis de tenerlo por inmundo;
5 También el conejo, porque rumia, mas no tiene pezuña, tendréislo por inmundo;
6 Asimismo la liebre, porque rumia, mas no tiene pezuña, tendréisla por inmunda;
7 También el puerco, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, mas no rumia, tendréislo por inmundo.
8 De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto: tendréislos por inmundos.
9 Esto comeréis de todas las cosas que están en las aguas: todas las cosas que tienen aletas y escamas en las aguas de la mar, y en los ríos, aquellas comeréis;
10 Mas todas las cosas que no tienen aletas ni escamas en la mar y en los ríos, así de todo reptil de agua como de toda cosa viviente que está en las aguas, las tendréis en abominación.
(…)

Luego, con el tiempo, y de nuevo por motivos eminentemente económicos, la Iglesia Católica siguió propiciando el consumo de pescado en Semana Santa y no por prohibición de las escrituras.

Tras las Huellas Digital

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